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Hablemos de Ellas: “Recordemos a esa Ana Gabriela”

Por: Mary Rosado

Una de mis frases favoritas del cine dice “o mueres como un héroe o vives lo suficiente para volverte un villano”. Y desde que la escuché me ha hecho reflexionar en diferentes escenarios y contextos, ¿cuándo es el momento de retirarnos? y al final de todo, ¿cómo nos recordarán las personas?. El deporte no es la excepción en este sentido y hay algunos casos donde lo que ocurrió después de dejar las competencias ha opacado los momentos de gloria.

Ana Gabriela Guevara Espinoza nació en 1977 en Sonora, México, desde pequeña estuvo familiarizada con el deporte, durante su infancia y adolescencia practicó básquetbol donde obtuvo buenos resultados, incluido un campeonato estatal. Pero por azares del destino no continúo en esa disciplina y se acercó al mundo del atletismo y la velocidad. En 1996 conquistó el primer lugar en la Olimpiada Nacional Juvenil en las pruebas de 400m y 800m planos sin una experiencia previa importante, a partir de ahí el resto de su trayectoria se volvería historia.

La preparación y arduo entrenamiento comenzó a rendir frutos; en 1998 llegaría la primera cosecha importante de resultados para esta atleta mexicana que en un mismo año logró 2 medallas de oro y 1 de plata en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo y 2 medallas de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en las siguientes competencias de Ana Gabriela en estos juegos se llevaría puras medallas de oro.

Los Juegos Panamericanos tienen una marca importante para la atleta pues fue en los de Río, los últimos a los que asistió, en los que se convirtió en la primera mujer en lograr ganar la medalla de oro en la prueba de 400m planos en tres ediciones consecutivas de este certamen tras lo conseguido en 1999 y 2003. Unos días después vino la final del relevo 4×400, donde a ella le tocó cerrar el relevo recibiendo la estafeta en penúltima posición y logrando remontar al resto de las competidoras para pasar en segundo lugar. Hasta la fecha, ver el video de esa final te llena de emoción y orgullo.

El aspecto atlético de Ana Guevara también la acompañó durante su carrera por los constantes señalamientos y críticas a su complexión “poco femenina”, al tener poco porcentaje de grasa y un cuerpo musculoso propio de la disciplina que practicaba pero que resulta tan poco entendido por la mayor parte de la población, más en aquella época.

 

Sin embargo su fama era indiscutible, todo México hablaba de una sola deportista, de aquella que detenía al país cuando competía, que acudía a programas, que incluso ganó su peso en oro. En el 2003 se convirtió en campeona del mundo en la prueba de 400m planos, su prueba reina, por lo que todo apuntaba a un mismo destino: Atenas 2004. Pero cuando llegó la final olímpica Ana se quedó con la plata, irónicamente, una lesión en el talón de Aquiles había mermado su rendimiento a inicios de ese mismo año.

Después de su retiro como deportista empezó su incursión en la política en diferentes niveles de gobierno llegando a ser senadora en el 2012, cargo que ocupó durante 6 años. En el 2016 sufrió una agresión cuando viajaba en moto cuando en un percance de tránsito fue golpeada por varios hombres quienes después alegaron que no sabían que la persona debajo del casco era una mujer. Pero el nombramiento más importante llegó a finales del 2018 al convertirse en la primera mujer en dirigir la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte de México.

Lamentablemente en 2 años de ocupar dicho cargo, su administración se ha visto envuelta en escándalos de corrupción y se han abierto distintas investigaciones en su contra por malversación de fondos y recursos. Muchos atletas que actualmente están en activo le han reprochado su actuar y que no ha visto por los verdaderos intereses del deporte, preguntándose ¿dónde quedó aquella atleta?

 

Quizá el tiempo, las investigaciones y sus propias acciones terminarán opacando el legado que dejó cada vez que pisaba una pista. Pero hoy, yo quiero recordar a la atleta, a esa Ana Guevara que en aquella final de Río, durante 49 segundos nos enseñó que no importa qué tan atrás estés siempre y cuando no pierdas de vista tu meta.

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