SOÑAR LA IGUALDAD EN TIEMPOS DE DESESPERANZA
Reflexiones de Flavia Delmas, secretaria de Derechos Humanos del Partido Justicialista PJ de Berisso, militante peronista y feminista sobre la lucha por la igualdad en un contexto de crisis e inequidad, donde el acceso a derechos básicos se vuelve urgente.
Por: Flavia Delmas
Muchas veces nos hemos preguntado qué es la igualdad, porque parece algo imposible, por un lado las diferencias son bienvenidas, tenemos gustos, pensamientos y vidas diferentes, pero la igualdad no es la uniformidad, ser iguales no es ceñirnos a un modelo a repetición, no es encasillarnos, cuando hablamos de igualdad es en relación a las oportunidades, tener la posibilidad de acceder a la educación en cualquiera de sus niveles, a un trabajo registrado, a una jubilación digna, a una vivienda de calidad, a zapatillas para practicar deporte y a un espacio de recreación comunitaria, sin importar nuestras creencias, nuestra raza o nuestro sexo/género.
Hoy vivimos en tiempos en donde la igualdad se vuelve una utopía cada vez más lejana, las diferencias desigualan tanto que son harto dolorosas. La pobreza creció al 55,5% y la indigencia al 17,5% (encuesta de la UCA), estos números nos dicen que la mayoría de nuestra población lejos de pensar en derechos básicos hoy no llega a tener una comida diaria, a su vez el salario de quienes aún tienen trabajo es el más bajo de todos los tiempos, tanto que hoy se habla de trabajadores y trabajadoras pobres.
La situación es gravísima. Este modelo que nos gobierna es, como canta Charly García, de dinosaurios.
El Gobierno nacional, primera experiencia de anarco capitalismo (o anarco colonialismo como bien lo denominó CFK) en el mundo, tiene como lema y bandera la destrucción del Estado, para ellos la libertad es de los que más tienen para asegurarse aún más riqueza, y en esto no hay freno inhibitorio, vienen por todo, por los recursos naturales, por la soberanía y por los derechos, y no importa si conseguir esto es a costa de la vida de las personas más vulnerables de nuestro pueblo, que se quedan sin asistencia social y de salud de ningún tipo, condenadas a la muerte y en esto, créanme, no hay metáfora posible.
Es pro-genocida ya que reivindican el terror y a quienes cometieron delitos de lesa humanidad en la última dictadura, lejos de querer conocer la verdad y buscar a los nietos y nietas apropiados, desmantela organismos y se esmera en reforzar la inteligencia de un Estado espía y la represión de la protesta social.
Es discriminador, no reconoce las diferencias que el sistema patriarcal produce en nuestra sociedad y asegura que la identidad de género y el matrimonio igualitario son antinaturales; odia lo diferente y despliega sus discursos violentos contra quienes no siguen o no aceptan sus reglas, al condenar las diferencias y las desigualdades, niega la necesidad de políticas públicas que garanticen accesos a una vida mejor.
Las políticas hacia las mujeres y LGTTI+ han sido arrasadas, primero fueron por la institucionalidad, sólo quedó en pie el Ministerio de la provincia de Buenos Aires; despidieron como en otras carteras, a las trabajadoras y trabajadores con el argumento que eran parásitos, la descalificación de profesionales con formación aseguró el estigma.
La línea 144 de atención, contención y asesoramiento a víctimas de violencia por razones de género cuenta hoy con escaso personal y lugares especializados para la derivación gracias a la motosierra. Por primera vez desde el 2015, no hay Plan Nacional contra las Violencias y el acceso a la Ley Brisa, de reparación destinada a huérfanos y huérfanas por el femicidio de sus madres, no se garantiza.
Recuerdo que cuando comenzó a implementarse el programa acompañar, no tardamos en reclamar que sea de un año al menos y que se articule con otro programa para permitir el acceso de mujeres y diversidades a una vida libre de violencia, pero hoy, lejos de ello, el retroceso es ominoso, se pasó de 6 a 3 meses la cobertura y se requiere denuncia judicial para esperar el ingreso. Los datos demuestran el ajuste en este programa, por un lado de la ejecución presupuestaria que al mes de agosto era de apenas un 31%; por otro lado, se restringió la cobertura un 98,6%, en el primer trimestre de 2023 el programa lo habían recibido 34.023 personas mientras que en el primer trimestre de 2024 ese número disminuyó a 434 (datos en Chequeado.com).
Las políticas públicas (los planes, programas y proyectos) se construyen a partir del reconocimiento de un problema social que afecta a muchas personas, la política pública requiere de financiamiento y de personal capacitado que la implemente con sentido federal y universal.
En esto hay una clave. Si hay millones de personas que no acceden al alimento, debe haber políticas que garanticen el acceso. El hambre se vuelve un crimen orquestado y planificado desde el Estado.
¿Podemos permitirnos en este contexto soñar con un futuro de felicidad para nuestro pueblo? Esto es imperioso, si aniquilan los sueños nos arrancan la posibilidad de conquistarlos.
Hace unos días, veníamos de escuchar con espanto a Cúneo Libarona, ministro de Justicia de la Nación, en la Cámara de Diputados, era una tarde de lluvia copiosa en los Tribunales Penales de la ciudad de La Plata, cuando nos volvimos a abrazar y pensamos que no todo está perdido, fue en la sentencia del juicio por el transhomicidio de Tehuel de la Torre, cuyo cuerpo continúa desaparecido, el tribunal concluyó que había evidencia suficiente para juzgar al entonces imputado Ramos a reclusión perpetua. En esa sentencia se reconoció el crimen de odio, se valoró que Tehuel era un chico trans y que Ramos ejercía una trágica masculinidad hegemónica. La desigualdad existe. También se pidió al Ministerio de Mujeres y Diversidad de la PBA que redactara un protocolo de desapariciones en contexto de violencia de género y la declaración de la emergencia en violencia contra personas travesti – trans.
Ahí supimos que la lucha no fue en vano y que aún estamos de pie para enfrentar todas y cada una de las batallas. En este estado de cosas, la resistencia no sólo es la del pueblo organizado sino también de municipios y provincias que, al defender a su población, se transforman en trincheras para que el Estado llegue a cada rincón del territorio, porque no es magia, es esfuerzo, son convicciones y es la necesidad de un pueblo que merece una Argentina para todos, todes y todas.