“MAFALDA, nombre de princesa”
Por: Lucrecia Álvarez
Mafalda cumplió 56 años el martes 29 de septiembre, un día antes de que su autor dejara este mundo, a los 88 años. La tira de Quino se publicó originalmente en la revista Primera Plana de 1964 a 1973, tiempos en que la militancia feminista no tenía la masividad ni el consenso social actual. Y ya entonces nos hablaba de igualdad, del derecho de las mujeres a estudiar, el reparto de las tareas del hogar, la cosificación y el acoso.
Todo lo cual fue compilado en ‘MAFALDA: FEMENINO SINGULAR‘ (2018) trayendo esa visión que entonces parecía adelantada al momento histórico en que finalmente cobró fuerza.
El prólogo apunta que Mafalda era una chica de los ’60, un exponente de aquellos vientos de cambio y también de la clase media argentina en su momento de apogeo, cuando estaban convirtiéndose en adultos lxs chicxs que habían expandido la matrícula secundaria durante el Peronismo, proceso que luego se extendió a los estudios superiores.
Por eso a Mafalda le resulta tan natural pensarse universitaria y por eso también cuestiona a su madre, que dejó los estudios.
Estos días circuló mucho la viñeta donde está Raquel fregando a cuatro manos y ella le pregunta: —Mamá, ¿qué te gustaría ser si vivieras?
Así nos hablaba de la invisibilización del trabajo doméstico.
Ese es el corazón feminista de Mafalda, el que expresa de modo tan didáctico la máxima más importante del movimiento: LO PERSONAL ES POLÍTICO.
El machismo muestra sus caras en todos los personajes pero obviamente es SUSANITA quien representa el estereotipo patriarcal y sin embargo tiene un gran momento cuando escucha que hay que tener hijos “para perpetuar la especie” y dice: -yo quiero ser madre, no una fábrica de repuestos.
Toda una definición sobre maternidad deseada.
Dicen que un buen clásico no solo aguanta la revisión sino que va ganando contenido.
A mí, como a muchísimas compañeras, Mafalda fue la primera que me enseñó a cuestionar toda forma de injusticia y desigualdad. Seguir haciéndolo será el mejor homenaje.
Hasta que el mundo se parezca más a aquel con el que soñaban Quino y Mafalda. ¡Vamos por eso!
Columna: «La Voz del Estadio», de Pibas con Pelotas
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